24 de juny 2008

Celebrant Sant Joan, entre l'afirmació i l'alegria


Sant Joan va ser declarada dia dels Països Catalans perquè és una de les nostres diades més arrelades. Festa del solstici d'estiu de tradició pagana i celebració del naixement de Sant Joan Baptista per al cristianisme que dóna lloc a múltiples festivitats arreu del territori.
Per això ens agrada celebrar-la festivament, encenent les fogueres dels barris de Sabadell amb la flama procedent del Canigó, demanant desitjos per a les persones més properes, recordant amb imaginació catalans il·lustres com Xirinacs, fent campanya perquè Fotolog.com incorpori el català (segons Google conté 20.000 blocs en català; és a dir, la primera posició a l'Estat) o bé convertint Internet en eina de treball de qualitat per a la comunitat educativa (com l'aparició de Digital-Text, perquè els alumnes d'ESO treballin interactivament). Es tracta de viure amb normalitat la nostra catalanitat; un futur ben diferent del que ens volen regalar el grup d'intel·lectuals camuflats de progressistes amb el seu darrer manifiesto: «siempre habrá muchos ciudadanos que prefieran desarrollar su vida cotidiana y profesional en castellano, conociendo sólo de la lengua autonómica lo suficiente para convivir cortésmente con los demás y disfrutar en lo posible de las manifestaciones culturales en ella». Fa l'efecte que voldrien veure'ns confinats directament en reserves... Oi?

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4 comentaris:

Anònim ha dit...

Parlant de 'manifiestos' i reserves lingüístiques, us recomano l'article de Lluís Foix d'abans d'ahir a La Vanguardia:

Article a La Vanguardia

La lengua, otra vez

Lluís Foix | 25/06/2008 - 22:58 horas

He leído con atención el "Manifiesto por la lengua común", firmado por un puñado de conocidos escritores, intelectuales y académicos. Estoy de acuerdo con varios puntos del manifiesto. Pero disiento de la música que lo inspira.

Los firmantes y los miles de ciudadanos que se han sumado y se sumarán al manifiesto, se refieren principalmente a Catalunya donde el bilingüismo, la lengua oficial castellana y la lengua propia catalana, es practicado con total normalidad.

El documento afirma que todas las lenguas oficiales en el Estado son igualmente españolas y merecedoras de protección institucional como patrimonio compartido. Pero la lengua común no equivale a una supremacía sobre las demás.

Los derechos lingüísticos son individuales y no territoriales. Son los individuos los que tienen derechos lingüísticos y no los territorios. Si esto es así, un catalano hablante podría pedir ser educado en su lengua materna en Cáceres o León.

No entiendo del todo que "contar con una lengua política común es una enorme riqueza para la democracia…" No sé si los suizos estarían de acuerdo. No he leído en ninguna parte que la lengua contribuya a que un país sea más o menos democrático.

El mismo documento se refiere a la asimetría de las lenguas, es decir, el castellano por encima de todo y las demás por debajo. El argumento de que se condena a las clases sociales más bajas a tener menos oportunidades por el hecho, por ejemplo, de estudiar en catalán en Catalunya es un desprecio a tantos catalanes de clases modestas que han hablado siempre en su lengua materna, principalmente fuera del área metropolitana de Barcelona.

Da la impresión que el cultivar y proteger a una lengua no castellana es un perjuicio para la democracia y la convivencia. No sé que pensarían en Florida o en Texas donde segmentos significativos de la población habla español a pesar de llevar muchos años viviendo en Estados Unidos.

Somos muchos millones los que hablamos preferentemente catalán por ser la lengua que aprendimos de los padres y no vemos razones suficientes de peso para no proteger el idioma que está en inferioridad de condiciones por la gran penetración del castellano en Catalunya.

Un servidor escribe y ha escrito miles de artículos en castellano. Pero también lo hago en catalán en cuanto tengo ocasión. Se da la circunstancia, además, que tuve que aprender a escribirlo de mayor porque en la escuela y en la universidad estaba prohibido. Aceptar la realidad plurilingüe de España no es lo que se desprende del Manifiesto. Es un hecho fácilmente demostrable que en Catalunya no hay nadie que no entienda y hable en castellano.

La ley de inmersión lingüística de los tiempos de Pujol ha sido muy positiva, integradora, ha evitado que se crearan dos comunidades en razón de la lengua. La educación en catalán ha permitido que todos entiendan la lengua propia y también hablen, escriban y entiendan el castellano.

¿Cuál es el problema? ¿porque somos bilingües? Escribe el crítico George Steiner que la muerte de una lengua es irreparable, reduce las posibilidades de la mente humana. No hay nada que amenace más radicalmente las raíces de Europa, continúa, que la detergente y exponencial marea del angloamericano con "los valores uniformes que comporta este devorador esperanto”.

M.Tortajada

Anònim ha dit...

Un altre article que respon les ànsies imperials dels signants del manifiesto. I des de Madrid mateix: al diari Público, pel catedràtic en lingüística general de la Universitat Autònoma de Madrid Juan Carlos Moreno Cabrera.

M.Tortajada

Anònim ha dit...

Un article a El País, molt divertit:

Dame la lengua
GONZALO PONTÓN, editor. 14/07/2008 El País

Desde hace algunos años hay crecientes razones para preocuparse en nuestro país por el silencio de los intelectuales. Pero, para general alivio, acaban de pronunciarse públicamente en un Manifiesto por la lengua común porque les preocupa el papel del castellano como lengua principal de comunicación democrática (sic). Si a Unamuno le dolía España, a ellos les duele la lengua.
En Barcelona, como es sabido, la gente y las televisiones sólo pueden hablar catalán
Si a Unamuno le dolía España, a los del 'Manifiesto' les duele la lengua
El Manifiesto lo han firmado "espléndidos personajes", como dice don Gregorio Salvador, que es académico de la Lengua y sabe de estas cosas. Además de los personajes de don Gregorio, yo incluso conozco a personas que también lo han firmado. Otras se han echado a los papeles. Doña Laura Campmany ha escrito en Abc (que, según decían Tip y Coll, es como un periódico) que en algunas comunidades autónomas se alienta el desprecio al castellano y se fomenta su olvido: "Apadrine su acento, cultive su elegancia... y escójalo en el baile de pareja", nos implora.
Don Manuel Jiménez de Parga (¿Se acuerdan? El de los andaluces limpios y los catalanes guarros) nos exhorta a afianzar el sentimiento nacional, hace votos porque en el siglo XXI "los provincianismos y los localismos aldeanos" no tengan futuro y nos advierte de que existen "personas de gran prestigio preocupadas por lo que ocurre con el castellano en Cataluña, en el País Vasco, en Baleares y en Galicia".
Y no sólo personas de gran prestigio, don Manuel, oiga. Yo mismo, sin ir más lejos, ando en un sinvivir por las agresiones del euskera, el gallego y el catalán (no entro en lo del balear porque no lo domino). Si regresa usted a Barcelona sólo oirá hablar en catalán: en las casas, en la escuela, en el trabajo, en la calle, en los mercados, en las farmacias (allí vendemos, siempre en catalán, crema protectora antisolar y paracetamol); en la TV (estoy abonado a la cadena catalana Digital Plus y puedo ver más de 200 canales, todos en catalán); en los anuncios (Don't imitate, Innovate); en el lenguaje deportivo (corner, gol, penalti); en las discotecas (birra, chati, farlopa, segurata)...
También me preocupa y mucho, como a los abajo firmantes, la rotulación de las vías públicas. Los catalanes hemos llegado al extremo de escribir exclusivamente en catalán los nombres de calles y plazas. Por ejemplo: hemos puesto a nuestra calle más importante el nombre de la línea imaginaria que divide a una circunferencia. Así: Diagonal, sólo en catalán. A otra muy antigua la llamamos Gran Via, también en catalán. Y lo que es más, el rótulo que orienta hacia el edificio más emblemático de Barcelona, el que tanto le gustaba a Engels, sólo está escrito en catalán: La Sagrada Família. Pero lo peor viene al tratar de salir de la ciudad, porque en los carteles de señalización sólo se puede leer Autopista (y en esto El Perich tuvo mucha culpa), Ronda o Aeroport.
Hasta yo mismo sufro la agresión del catalán en mis carnes: a mí, que me llamo Gonzalo, me llaman Gonçal, que ya son ganas de despistar poniéndole una coma a la "c". Lo mismo pasó hace ya años con la movida musical catalana llamada la nova cançó. Como entonces me preguntaba la gente, con razón: "Oye, ¿y eso del canco qué es?". Parecía una enfermedad venérea. Además de la dichosa "c" con la comita, el catalán (una lengua dificilísima e ignota, desde luego indoeuropea pero con aportaciones fenicias) tiene ocho vocales, un chorro de consonantes y una flexión nominal endiablada de siete casos, más un ablativo instrumental y otro absoluto. La conjugación verbal no es tan difícil, si no fuera por los verbos polirrizos y por la particularidad de que las formas bisilábicas del infinitivo se usan con valor de aoristo. Claro que el marcado hipérbaton tampoco ayuda mucho. Es mucho más fácil para los inmigrantes subsaharianos aprender la lengua oficial y común, el castellano, que a fin de cuentas deriva del latín.
No puedo estar más de acuerdo con la afirmación: "Contar con una lengua política común es una enorme riqueza para la democracia". Pero es que, además, yo añadiría al Manifiesto el reconocimiento que se debe a la enorme generosidad con que Castilla nos ha dado su lengua. Cuando ésta era camarada del imperio, a los castellanos (que te llevaban a la hoguera por un quítame allá esas filacterias) bien que les gustaba darle la lengua a las Indias. Aún hoy, los latinoamericanos más reacios a agradecer la misión civilizadora de la madre patria acaban confesando, como Neruda, que era un rojo, que sí, que Castilla les dio la lengua.
Y en cuanto a la lengua vehicular en la educación, es claro que los padres tenemos todo el derecho a decidir en qué lengua han de estudiar nuestros hijos. Es más: los padres analfabetos de lengua castellana tienen que tener la libertad de exigir que sus hijos sean analfabetizados en lengua castellana, y los padres antropófagos de lengua castellana tienen todo el derecho a pedir que sus hijos se eduquen en el canibalismo en lengua castellana. Si la lengua vehicular en la escuela es exclusivamente el catalán, los niños no tendrán ninguna posibilidad de aprender castellano, porque cuando lleguen a su casa hablarán con sus padres sólo en catalán, verán la tele en catalán y le darán a la play station exclusivamente en catalán. Situación de por sí agravada por las canguros que les cuidan, todas procedentes de la Garrotxa o del Solsonès. Como es bien sabido, cuando un cerebro infantil se conforma a la estructura gramatical del catalán, ese cerebro queda automáticamente incapacitado para aprender cualquier otra lengua, porque los niños no tienen ninguna capacidad lingüística innata, sino que aprenden la lengua mecánicamente (Descartes, Leibniz, Humboldt o Chomsky sostenían todo lo contrario, pero no eran intelectuales españoles ni les dolía la lengua).
Aunque eso de que "la lengua castellana es la única cuya comprensión puede serle supuesta a todos los ciudadanos españoles" no lo veo claro, la verdad. Tiene toda la razón doña Laura en que hay que "apadrinar su acento", pero ¿cuál? ¿El del señor Zapatero "Ahora voy de Cádiz a Valladoliz sin parar en la ciudaz de Madriz"?; ¿el del señor Bono "El cajtellano o ejpañol ej la lengua d'Ejpaña"?
Y en cuanto a "cultivar su elegancia", ¿cuál? ¿La del castellano de la Guardia Civil "sesientencoño"?; ¿la de los personajes forgianos "Sincreíble, oyes"?; ¿la de los botelloneros "Sa caío del amoto porque llevaba enchegao el arradio y sarrancao la canne de la pienna"? O, quizá, dado que "nuestro idioma goza de una pujanza envidiable y creciente en el mundo entero", ¿deberíamos echar mano del castellano de América? ¿Tal vez el pequeñoantillano "La mujel del yanitol me consiguió el rilif"?; ¿el granantillano "Lo jodieron tanto que se sacó el mandao con jolongo y tó"?; el de Nueva España "Te pudo cargar la chingada nomás conque te hubieras parado, cabrón. Órale güey"?; ¿el rioplatense "La milonga déle loquiar, y déle bochinchar. Linda al ñudo la noche"? ¿Y el castellano nuestro, el de los catalanes "Contrariamente al Madrit, en el Barça tenemos jugadores de blancos y de negros, y a más a más, tenemos de suplentes"?
España: dame la lengua, que quiero bailar contigo.
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M.Tortajada

Anònim ha dit...

Més 'manifiestos'. Aquest cop 'Manifiesto a favor del plurilingüismo'. Bravo!

M.Tortajada
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Un manifiesto nacionalista"
http://blogs.publico.es/dominiopublico/628/un-manifiesto-nacionalista/

I també un bon text col·lectiu:

http://altersocialismo.wordpress.com/2008/07/23/manifiesto-a-favor-del-plurilinguismo/

Manifiesto a favor del plurilingüismo


Asistimos en estos días a una nueva oleada de nacionalismo lingüístico español de la que el principal botón de muestra es el ’Manifiesto por la lengua común’ que ha promovido una veintena de intelectuales de prestigio. El texto en cuestión se asienta en certezas que nacen de aquello que, al parecer, no puede someterse a discusión, como ocurre, por lo demás, en muchos ámbitos de la vida de un Estado que presume de su condición democrática. En las disputas correspondientes adquiere singular relieve la Constitución de 1978, producto de un pacto en el que, en ámbitos sensibles como éste, se impusieron normas sin recabar la opinión de los afectados. Aun en el caso de que aceptásemos la condición inequívocamente democrática del referendo constitucional de aquel año, habría que preguntarse si tres
Llama poderosamente la atención que las mismas personas que afirman con particular insistencia —y frente a toda evidencia, tal y como lo revelan las leyes que afectan entre nosotros a las lenguas— que los derechos no acompañan ni a éstas ni a los territorios, sino a las personas, no aprecien problema alguno en el enunciado que se ha convertido en guía principal del ’Manifiesto por la lengua común’: el de que, mientras todos los ciudadanos españoles están obligados a conocer el castellano —esto no es, al parecer, una imposición, sino un hecho cuya consistencia, sin más, "se supone"—, los hablantes de otras lenguas disfrutan, sin más, del derecho a emplear estas últimas. Si sobran las razones para concluir que semejante enunciación contradice palmariamente lo que afirma el artículo 139.1 de la Constitución en vigor —"

Para el nacionalismo lingüístico español la lengua castellana es superior, cómoda, fácil y útil, virtudes todas ellas que son siempre el producto de circunstancias naturales, nunca de la imposición y la represión. Las lenguas de los demás son, por el contrario, molestas, arcaicas, antieconómicas y francamente prescindibles. Al tiempo que la defensa del castellano se ajusta por definición a un impulso democrático, la de las restantes lenguas responde —cabe entender— a espurios y cavernarios intereses marcados por esa felonía que identifica el ’Manifiesto por la lengua común’; si en las segundas se revelan por doquier los espasmos negativos de los nacionalismos, por detrás de la primera no habría, en cambio, nacionalismo alguno. La estrategia principal —no nos engañemos— apunta a ratificar la situación de inc&oac

A los ojos de los nacionalistas lingüísticos españoles, la lengua común no se impone por la fuerza —tal horizonte es ontológicamente inimaginable—, frente a lo que ocurre, al parecer, con las lenguas no castellanas. Mientras se rechazan determinadas políticas alentadas por los gobiernos autonómicos –-que se limitan a reclamar para las lenguas respectivas las mismas prerrogativas de las que disfruta el castellano en Madrid, en Sevilla o en Valladolid—, se prefiere olvidar cómo, en el pasado y en el presente, medidas aplicadas a menudo con saña y violencia han beneficiado de siempre al castellano y explican, siquiera parcialmente, su condición de visible preeminencia contemporánea. Mientras se manipulan y magnifican, en suma, los problemas que los castellanohablantes puedan encontrar en algunos lugares, se esquiva toda consideración en lo relativo a la delicada situ

No consta que los nacionalistas lingüísticos españoles, de siempre interesados en defender en exclusiva su lengua, se hayan pronunciado en momento alguno en favor de los legítimos derechos de los hablantes de las lenguas no castellanas. Que en los hechos el principio de libre elección lingüística en el sistema educativo sólo se postula para los castellanohablantes lo certifica la ausencia, dramática, de toda consideración en lo que atañe a ese principio aplicado, por ejemplo, en las personas de los hablantes de catalán, gallego y vasco que residen fuera de los territorios en los que las lenguas correspondientes son oficiales. Al cabo parece obligado concluir que esas lenguas no son percibidas como propias, circunstancia que da al traste, de paso, con cualquier proyecto creíble de bilingüismo: llamativo es que, mientras los nacionalistas lingüísticos españoles

El ’Manifiesto por la lengua común’ configura, en fin, una curiosa defensa de una lengua que pareciera no tener a su disposición ningún tipo de apoyo. Para certificar lo contrario ahí están la maquinaria del Estado, el sistema educativo, un sinfín de rancias instituciones, el grueso de los medios de comunicación, buena parte de la jerarquía de la Iglesia católica, el respaldo de intelectuales de prestigio y, en fin, las propias fuerzas armadas. Por si poco fuere, y a tono con los tiempos, el manifiesto que nos interesa recaba para sus promotores la doble condición de luchadores por los derechos humanos y de defensores de los desheredados. Pena es que, por muchos esfuerzos que se hagan, el texto no acierte a ocultar la defensa obscena de privilegios tan impuestos como asentados, y la ritual demonización, también a tono con los tiempos, de quienes disienten, paradójica

Firmantes:

Carlos Fernández Liria
profesor de Filosofía UCM

Montserrat Galcerán
catedrática de Filosofía, UCM

Pedro Ibarra
catedrático de Ciencias Políticas, UPV

Juan Carlos Moreno Cabrera
catedrático de Lingüística, UAM

Arcadi Oliveres
profesor de Ciencias Políticas, UAB

Jaime Pastor
profesor de Ciencias Políticas, UNED

Carlos Taibo
profesor de Ciencias Políticas, UAM

Jueves 31 de julio de 2008